El primer chisporroteo llegó cuando comenzaba en el Banco Central (BCRA) y quisieron darle un consejo. Le sugirieron que se amoldara a los usos y costumbres de la entidad. Que fuera vestido y peinado como la media de los empleados. No le plantearon más, ni menos. Pero jamás imaginaron la respuesta: una respuesta destemplada. En una palabra, insultos. Recién comenzaba, pero fue el principio del fin para Javier Milei en el organismo monetario, según confirmaron fuentes veteranas del Central a LA NACION.